Guardar bien los alimentos evita que pierdan propiedades nutritivas y que puedan causar problemas sanitarios.
En el frigorífico o congelador
Los alimentos perecederos se han de guardar a menos de 10ºC, es decir, en una despensa refrigerada, en el frigofírico o en el congelador.
- Carne: su periodo máximo de conservación depende de la forma del corte de la pieza. En las piezas enteras la superficie en contacto con el aire es menor que en filetes o carne picada y la conservación es más fácil. Fresca, se conserva en la parte más fría del refrigerador, entre 3 y 5 días; limpia y seca, en recipientes provistos de una rejilla para aislarla del jugo que se desprende, o cubierta con un plástico adhesivo o papel de aluminio sin apretar en exceso.
- Fiambres y embutidos adobados y cocidos, o cortados en lonchas: se guardan en recipientes cerrados en la nevera. Los embutidos enteros como el chorizo o el salchichón y el jamón ( entero o cortado en trozos grandes) se pueden mantener a temperatura ambiente.
- Pescado fresco y marisco: son los alimentos más perecederos que existen. Si el pescado se va a consumir en dos días ( un día para el marisco), se coloca, bien limpio, en el frigorífico, aislado del resto de alimentos para evitar que les transmita su olor; y en caso contrario, en el congelador.
- Huevos: no necesitan unas condiciones especiales de conservación, aunque el frío aumenta su vida útil. En verano, las altas temperaturas favorecen el crecimiento de microorganismos, entre ellos, las salmonellas, por lo que se aconseja tenerlos en la nevera. El resto del año pueden almacenarse en la despensa, siempre y cuando se encuentre alejada de fuentes de calor y no haya ningún huevo sucio, con restos de heces, plumas o roturas, que pueden ser foco de contaminación. Conviene guardarlos apoyados en la punta.
- Leche : la UHT,o de larga duración, una vez abierta se ha de conservar en frío en su propio recipiente o en una jarra bien tapada y debe consumirse antes de 2 ó 3 días. La pasterizada, o leche fresca del día, los yogures y muchos derivados lácteos ( flanes, natillas, arroz con leche) deben permanecer siempre refrigerados.
- Quesos: han de envolverse en papel a prueba de grasa o guardarse en un recipiente de plástico no hermético, para evitar que se reseque demasiado o se deteriore por enmohecimiento.El plástico transparente para envolver alimentos hace que el queso sude, con lo que se favorece el crecimiento de mohos. Conviene guardar separados los distintos quesos para evitar una contaminación cruzada por mohos y olores. Los más delicados son los frescos: deben comprarse lo más cerca posible de la fecha de elaboración, requieren refrigeración y deben consumirse en 4 ó 5 días.Los quesos curados son los más resistentes: duran días e incluso semanas.
- Verduras, hortalizas y frutas frescas: se colocarán en lugares frescos y secos, protegidas de la luz, o en la parte menos fría del frigorífico. Es recomendable guardarlas en envases o bolsas de plástico agujereadas o envueltas ligeramente en periódicos.
Semiconservas
Las semiconservas, como el jamón cocido, fiambres, anchoas en aceite, surimi, gulas, patés, ahumados, siempre han de conservarse en refrigeración, ya que a diferencia de las conservas, éstos productos no están esterilizados ( no han sido sometidos a un tratamiento térmico que destruye los microorganismos).
Ocurre lo mismo con algunos productos envasados al vacío, proceso que impide el crecimiento bacteriano.
Algunos deben conservarse en frío, como los ahumados, embutidos, quesos y salazones. Otros pueden colocarse en estanterías a temperatura ambiente, como los frutos secos, el café, etc.
La última novedad en el mercado son los alimentos de quinta gama. Son productos cocinados ( lasaña, paella…), de caducidad corta, listos para consumir y que se comercializan refrigerados. Se han de consumir en un plazo breve y se deben conservar en frío.
Os animamos a que podáis contar con el asesoramiento de un/a nutricionista que os pueda ayudar a mejorar vuestra salud con unos hábitos saludables.